Silvio Rodríguez

martes, 14 de septiembre de 2010

Globos



De un efecto automático.
De respuesta inmediata.
De diferentes colores…

Imanes, pues, de la sonrisa socarrona,
un abrazo hipócrita,
y ese “Felicidades” de hielo.

“¡Eres partícipe!” dice una voz;
no puedo no serlo,
pero me declaro en desacuerdo.

Yo prefiero mi día
sin globos de decepción,
quiero pleno mi anonimato.

Puesto que,
antes de los globos soy uno más y,
después de ellos, uno menos.

-Fernando Vidrio; Septiembre de 2010-


jueves, 19 de agosto de 2010

De lo que Amo (Poema para Elizabeth)




Amo tu alegría infantil,
la claridad de tu alma,
tu corazón de oro.

Amo ese instante,
en que mi alma reposa
en paz en tu regazo.


Amo la casa de tu familia,
que has sabido hacer
mi propia casa.


Amo la calidad de
lo que me dices, y
cómo me hace vibrar.


Amo eso que te enfada,
lo que te angustia,
aquello que te asombra
…por tu mera reacción.


Amo tus “Hola!”,
tus “bieeen”; tus “no bueeno”,
tus “byeee”.

Amo la vida a raudales
de tus grandes lágrimas,
para un segundo después
morir en mi hombro…

morir en mis dedos
…con tanto silencio.

Pero no creo que haya nunca,
algo que ame más que
tu dulcísima mirada,
tu risa cristalina,
y ese “Fer, te quiero mucho..!”

…porque no hay en el mundo,
un sonido más bello,
que el sonido de tu voz.


-Fernando Vidrio; Agosto de 2010-



domingo, 25 de julio de 2010

Desolación


…algunas veces me he sentido tan solo, que desearía ser una hermosa ave que pudiera huir de los malos ratos. Solo levantar el vuelo e ir a algún lado en donde todo esté tranquilo, donde pueda tener un poco de armonía y paz.



Algunas veces me encuentro solo; tan solo, que no hay quién me pueda dar un simple abrazo y me deje escuchar de sus labios ese “Todo estará bien” que tanto anhelo escuchar.


A veces pienso y me pregunto por qué mucha gente sufre con tantas y tantas cosas; por qué de este mundo y vida tan difíciles que llevamos nosotros, los muchos soldados de cierto Dios o poder que nos creó.


Venimos y sufrimos, e incluso hay quienes hacen daño. ¿Qué clase de vida es esta? ¿Para qué entonces existimos? ¿Para destruir a la obra de nuestro creador? ¿Para acabar con nuestra madre que es la tierra? ¿Para qué entonces venir a este mundo? Si solo es sufrir y…se termina todo. Me pregunto mucho quién nos creó, y cuál es el motivo de nuestro paso en la tierra…¿Para qué?


Me encantaría flotar y ser realmente libre…libre de estas cargas tan pesadas, libre de todas estas cosas tan malas. Flotar…solo flotar e irme de aquí lejos… Y es que es tan difícil “Ser Humano”, o ser un soldado más de este creador, que nos mandó a pelear una incierta batalla.


Hoy, solo quisiera que el resplandor de las estrellas nos inundara, a mí y a mi familia, fungiendo este brillo como gran virtud. Solo una sola cosa pido: ser feliz…solo eso, la verdad, no pido mucho…


-León Felipe Vidrio Aceves; julio de 2010-


jueves, 22 de julio de 2010

30 días





Traté de mostrarme indiferente,
trate de sentir nada; de saber nada,
pero la fuerza de este Amor me puede,
y el fuego rojizo de tu cielo me llama.

Daba pasos…pero sin darme cuenta me detuve
lentamente y comencé luego a flotar…
olvidé para siempre aquél lugar en donde estuve,
invitado al infinito por tu divino mirar.

A mis prejuicios quitaste su base
y al caer se hicieron mil pedazos,
me dejaste sin excusas para a mí mismo negarte
pudiendo así cambiar mis enojos por tu abrazo.

¿Qué será de mí hoy si tu figura desaparece,
si tu cabello juega en un viento que no sabe de mí?
en el mismo instante mi corazón perece
y se seca mi espíritu, pues ya no más querrá vivir.

Porque la primera vez que me sentí hombre, Amor,
fue cuando escuche mi nombre de tus labios tristes,
y si hoy creo que del mundo entero soy el mejor,
es únicamente porque tú me lo dijiste.

Hoy me declaro rendido a tu querer
con toda la alegría que pueda haber en este mundo,
y es que creí que jamás habría de conocer
a quien tocara mi alma, allá lejos…en lo más profundo.

Muchos besos, palabras dulces, miradas y caricias,
de conteo de tiempos no estoy preocupado,
aunque si quieres el número, serían apenas 30 días
y ya de ti estoy muy, pero muy enamorado…


-Fernando Vidrio; 22 Julio de 2010-


sábado, 19 de junio de 2010

Decepcionado



Quedé en mi andar solitario y triste,
preguntándome sin cesar:
“¿Qué fue de todo aquello en que creíste?
¿Cuál fue el punto en el que empezó a terminar?”

No había cándidos besos en flor
en esta ciudad, por ninguna parte,
fue despertar con indecible horror
al momento aquél en que dejé de mirarte.

No había bondad en la gente,
ni palabras dulces, ni abrazos,
y el tonto que se dedicó a “Amar incondicionalmente”,
terminó llorando y con el alma hecha pedazos.

¿Dónde ha quedado pues, ese mundo que soñaba?
Lo sentía tan cierto como incierto es hoy,
¿Cuáles fueron las razones que de niño me engañaban?
Si falsedades anhelo...¿falsedad es cuanto soy?

No quiero más seguir parado aquí
tan endemoniadamente solo,
inventándome alegrías para poder sobrevivir,
cargando con las palabras: diferente, tonto, loco…
mirando ya con ansias el momento de partir.

Decepcionado…


-Fernando Vidrio; Julio de 2009-

miércoles, 16 de junio de 2010

Hoy eres...




Domingo, pasadas las diez de la noche.
Hay mucho calor sin remedio; hay deberes atrasados;
hay una mala noticia; hay un gran temor…
y yo debería reaccionar ante todo esto con fastidio, con frustración.
Yo debería mostrarme agrio, taciturno, amargo. 

Pero no puede esto estar más alejado de la realidad, pues, sin yo quererlo, mi mente evoca una imagen,
imagen de un hermoso y delicado rostro;
y un nombre, que visita mis labios de la más sutil de las formas y,
al pasar ese nombre por mi boca,
deja en estela una sonrisa tierna e involuntaria,
una mirada brillante y embobada,
deja un ánimo inmutable…
Y ese nombre, es el tuyo;
y ese rostro, es el tuyo y…eres tú:
mi ánimo, mi alegría, mis ganas hoy. 
  
No recuerdo si ayer,
ignoro si mañana…
pero al menos hoy, lo eres todo,
y todo lo Amo,
 pues todo tiene que ver contigo.



-Fernando Vidrio; Mayo de 2010-

domingo, 11 de abril de 2010

...Gotas de Amor en Septiembre...





No entiendo a la lluvia, es decir, no entiendo bien por qué los días lluviosos me hacen sentir…sentir. Si vivo con las emociones a flor de piel, cuando disfruto de un día lluvioso de Septiembre, éstas se desbordan, sin dar aviso de ningún tipo, sin antesalas ni nada que me avise lo que voy a sentir. Salí al exterior del edificio y una oleada de placer me invadió por completo, fue como si la vida misma me entrara por la nariz, por la boca, por los oídos, por los ojos y por cada uno de los poros de mi piel, me parece mágico ver tantísimo color en los días grises, sentirme tan bien.

Me detengo y respiro profundo, llenando todos los rincones de mi ser con ese aire tan puro y maravilloso, cierro los ojos mientras sostengo la respiración, como si ese aire fuera el último de mi existencia. Una gran sonrisa se me dibuja en el rostro y, al tiempo que voy exhalando, todas las características de nuestra humanidad fracturada se van desvaneciendo, se apagan los ajetreos del trabajo, se enmudecen los ruidos de la ciudad, se borran de mi mente las tareas pendientes, el dinero, las pandemias, hasta los más nimios problemas, incluso se desvanecen las antiguas heridas del alma y del corazón, solo quedamos yo y esa naturaleza tan perfecta, yo y la madre tierra en su agonía, quedamos solo Dios y yo.

Alguien pasa y me saluda apresuradamente, rompiendo el encantamiento en el que me encontraba sumergido pero, para sorpresa mía, no me frustro, incluso le devuelvo el saludo con una alegría a punto de convertirse en euforia, que apenas puedo creer que salió de mi; me doy cuenta de que el sentimiento se quedó conmigo a pesar de la interrupción.
Me pongo en marcha de nuevo con la mirada en el horizonte, y me doy cuenta de que la obscura e imponente silueta del milenario cerro viejo se ha perdido, confundiéndose con los matices grises de este cielo que por hoy ha coronado a mi ciudad. Más a la derecha distingo, a lo lejos, un pequeño grupo de aves volando en su singular formación a considerable altura, se pierden en el fondo para un segundo después reaparecer, y este efecto se repite al ritmo de su aleteo. A pesar de encontrarme en la ciudad, es un fondo digno de un cuadro de Thomas Kinkade. Es fácil sentir la mano de Dios en semejante belleza.

Me siento irremediablemente atraído a la naturaleza, me es inútil siquiera pensar en poner resistencia a las emociones que me provoca cuando me llega tan plena, y me siento realizado. Sé que las impresiones más antiguas en mis genes son las que me reclaman esta libertad que tanto anhelo, estoy seguro porque no podría provenir de ningún otro lado, ya que la razón no encuentra explicación en mi pasado. Me dejo envolver por este sentimiento, las ganas de escapar de este mundo de normas y leyes hacia una libertad no conocida e imposible de describir con palabras, hacen presa a mi corazón y lo estrujan, sacándole las más puras lágrimas de alegría, tan auténtica como la de un niño; ganas de desnudarme por completo de prejuicios, rencores, ansias y dolores y entonces revestirme de Amor, de pies a cabeza de Amor para compartir, Amor por la humanidad, Amor de agradecimiento. Hablar, conocer, reir, sentir, abrazar, besar, saltar, gritar…por todo espacio, por todo tiempo.

La lluvia de Septiembre despierta una nostalgia enorme de Amor en mí, todo en minutos, y me disculpo por irrumpir así en tu cotidianeidad, pero solo he tratado de poner mi sentir en palabras porque, en esta ocasión, este Amor me dominó y me llevó a querer compartirlo contigo.

-Fernando Vidrio; Septiembre de 2009-

domingo, 4 de abril de 2010

Juan Yael






Mañana de Junio mil novecientos noventa,
logra abandonar el vientre materno,
al recibir la luz de momento no despierta,
pero se aferra a la vida,
pues alguien tiene que escribir en su cuaderno

imagina una infancia confusa,
llena de sombras e inseguridad,
donde no hay tiempo, ni risas ni musas,
...deja ya de imaginarla, esto fue una realidad

pero hoy él tiene vida buena,
capaz de provocar envidia,
¿quien no quisiera olvidarse sus penas?
y recordar como ayer las alegrías de 1000 días

Juan nunca será perfecto,
tal vez nunca rico y poderoso,
pero a su modo tiene intelecto,
y llenó con él su corazón tan bondadoso

Juan el de los sueños bellos,
sueños de ternura en su sello,
sueños que nunca serán rotos,
no es hombre de lanza y espada,
pero siempre tendrá, como en la foto,
alguien que lo ame y le guarde la espalda...


-Fernando Vidrio; Abril de 2009- 

martes, 30 de marzo de 2010






Otra vez es domingo, otra vez la entrañable plaza, otra vez la querida compañía, otra vez el amado café, otra vez…tú.

Al tiempo que voy bajando los escalones para llegar al sótano del lugar, me descubro sonriendo, solo, al darme cuenta que ahí estarás, que te veré. Y el simple hecho de saberlo me llena de gusto, y la sonrisa; la sonrisa es involuntaria. Y es porque estás tú.

Llego abajo y lo primero que miro es el mostrador, y sí, ahí estás otra vez, con tu blusa amarilla, tu mandil verde, tu cabello en una ‘cola’ a la mitad, tus jeans gastados, tu cara bonita; sí, ahí estás tú. Y qué gusto verte, y qué sonrisa, sonrisa involuntaria.

Busco entonces el lugar donde me sentaré, junto con mi compañía, querida compañía, a tomarme el amado café, a la charla interesante, a la crítica constructiva, a la que no lo es; a donde te pueda ver allá donde estés tú.

Ahora voy contigo y te pido dos cafés, mokas fríos, en vaso desechable por favor, y tú, esta vez me pides un momento, adoro ver tu comportamiento agitado, apremiante, ajetreado. Tu cabello está despeinado, y me encantan las tiritas del mismo que caen por ambos lados de tu cara, tu cara bonita, que denota la presión de la mucha gente, claro, es domingo y todos queremos café. Y a ti no te importa otra cosa que cumplir, siempre igual, y yo lo disfruto mucho, estoy bien con esto, me gusta muchísimo.

Tomas mi orden, creo mirar una sonrisa, pero no estoy seguro, la alcanzaste a detener; o tal vez si la vi, tal vez no la detuviste a tiempo, tal vez. Me dices que en un momento los traes, yo te digo que sí. Me voy a mi lugar, con mi compañía querida, a esperar mi café amado.

Vigilo entonces la escalera, esperando ver tus ‘Converse’ azules de bota, porque traerás los cafés, los traerás, uno en cada mano. Y ahí están tus tenis, y ahí vienes tú. Y qué gusto me da verte, cuando bajas las escaleras, siempre a prisa, siempre a buen ritmo, aun cargando el café.

Voy por ellos, sin más novedad vuelvo a mi lugar, con gusto, siempre con gusto. Y estoy en la amena charla y allá, trabajando estás tú. Y estás tan indiferente de lo que sucede, que simplemente me encanta. Diligente, ignoras que te estoy observando, quizá ni lo imaginas, quizá nunca lo sabrás…es casi mágico, y me llena saber esto. Y sonrío mucho. Me embriaga mirarte haciendo café, cuando se mueve enérgico tu cabello en ‘cola’ cada que giras tu cabeza, el modo en que viaja de un lado a otro para pararse en seco al chocar con tu sien. Siempre apremiante, siempre dedicada, siempre ajena a mí.

Subes y bajas, bajas y subes, y yo te miro, y me gusta saber que no lo sabes, me fascina. Y te observo subir y bajar, bajar y subir. Me gusta mucho tu andar, siempre a prisa, tu estatura, alta para ser Mujer. Y me gusta mucho tu cuerpo, tus largas piernas, tu cintura, tu espalda, tus caderas, tu contoneo de Mujer, tu condición femenina. Me embeleso con la forma en que te sienta el uniforme, y el mandil que me niega tu figura frontal, y adoro la franja de piel que se ve, entre tus jeans y la blusa amarilla, en tu espalda. Y tus manos cuidadas, tus uñas naturales, tus dedos delgados y largos, como los de un pianista.

Es perfecto. El momento es perfecto, y las condiciones lo son. No me pregunto sobre cómo será tu vida, sobre qué haces de ella, de qué forma la vives; no importa, nunca importa. Solo importa que sea domingo, que la plaza sea aquella entrañable, que la compañía sea muy querida, que ame mi café, y que estés tú, siempre tú.

-Fernando Vidrio; Febrero de 2010-

jueves, 11 de febrero de 2010

Examen social (Veinticuatro)...

¿Servirá un día como este para medirse uno mismo? ¿En qué sentido? ¿En el de la popularidad? ¿En el de saberse querido? ¿Qué es importante en la fecha de cumpleaños de una persona? Lo digo porque normalmente no nos gusta saber que nos hacemos más viejos, porque eso es un sinónimo de que la vida se está yendo, y se pierden alegrías, y se ganan años y su peso, y responsabilidades, y presiones sociales: que si estás sin pareja, que si aún no te sales de tu casa, que si no has terminado la carrera…de la misma forma que si aún peleas con tus hermanitos, que si aún juegas al futbol, que si todavía lloras, etcétera, etcétera, etcétera. Entonces, ¿por qué lo celebramos? En este día, ¿qué es lo que realmente importa?


02 de Febrero de 2010, 05:39 p.m. Al estar revisando mi correo, me topo con uno de un ex compañero de la preparatoria que se titula “cumple”, la extrañeza hace aparición en mi rostro por un segundo y abro el correo. Es una breve felicitación por mi cumpleaños adelantada, según sus palabras, porque en otro tiempo (que parece infinitamente lejano) fuimos íntimos amigos. Y los buenos deseos de costumbre: “que te la pases bien en compañía de las personas que te estiman…” o algo por el estilo. Empiezo a recordar mi cumpleaños del año pasado. Recuerdo que en cuanto entró el nuevo día, me felicitaron unas personas por Messenger, y otras por mensaje de texto al celular. Creo incluso recordar que alguien me marcó por teléfono…pero no estoy seguro. En fin, la realidad es que empiezo a sentirme algo inquieto, turbado. Y no es porque en un rato en la escuela me espera el examen final de Álgebra Lineal, no. Es porque esto de mi cumpleaños, parece en efecto otro examen, solo que uno que afecta directamente al alma. ¿Cómo me he desenvuelto en la sociedad en el último año? ¿He logrado que la gente me tenga en alta estima? Y mis pensamientos: “Es hora de que veas cuantos amigos tienes…” “Ahora verás a quiénes y a cuántos les importas…”. Y francamente presiento que los resultados de este examen no serán alentadores, nada alentadores. Eso es lo que me tiene así, el hecho de enfrentarme a las claras pruebas de una cruda e irrefutable realidad: muy pocas personas me estiman, no soy nada popular, a casi nadie le importo. Suena a auto-compasión, pero juro que no lo es. Soy un Ser Humano, y necesito sentirme querido, no tengo opción, por más que en ocasiones diga lo contrario.


02 de Febrero de 2010, 10:01 p.m. Llego de la escuela y me conecto a mi ventana al mundo: internet. El Messenger no me sabe decir nada nuevo, alguien se conecta, alguien se desconecta, charlas que se encienden y después se apagan, frio, frio, la frialdad de una pantalla, un teclado y un cable. Algún Amor me felicita por adelantado también, y otra, y otra más. Y esa frase una y otra vez: “…que te la pases bien con tus seres queridos…” comienza a sonarme extraña, aunque no sé por qué. Un rato después, me dispongo a dormir y miro el reloj, ya es el nuevo día. Me pregunto si alguien lo recordará. Un momento después suena el celular, es un mensaje de texto. Expectante lo abro y miro que es un SMS de otro Amor, pero no tiene ninguna relación con mi cumpleaños, seguro no lo recuerda. Me duermo y nada más sucede.


03 de Febrero de 2010, 05:18 a.m. Despierto normalmente (aunque algo tarde). Al escuchar que la lluvia repiquetea en la ventana que se encuentra a mi cabeza y sentir el frío en los huesos, me lleno de bríos. Me levanto y esbozo una sonrisa, no hubo bruxismo, a pesar de todas mis cavilaciones del día anterior. Lo recuerdo, este día es mi cumpleaños, y que mejor regalo de Dios y la Natura que un día justo como los Amo: lluvioso, triste, gris, melancólico, frío, soñoliento, solitario. Realizo mis actividades normalmente, ni mi madre ni mi hermana recordaron mi cumpleaños. Eso me hace sentir un poco triste, triste más no enojado con nadie, entiendo perfectamente que se le puede olvidar a todo mundo, ¿o no?


03 de Febrero de 2010, 06:57 a.m. Llego a la oficina y mi lugar está adornado, como lo esperaba. No sonrío, no nada. Por alguna razón no me provoca nada el ver ese detalle que se tienen conmigo mis compañeros de trabajo. Solo puedo pensar en que este día recibiré muchos abrazos, lo cual tampoco me emociona. Creo que es porque, en el trabajo, esta clase de cosas se hacen más por dar una imagen, que porque de verdad se sientan. Todo son posturas, “para que vean que estoy bien educado…” todo mundo escondiendo en un abismo a su monstruo interior, y (dicho sea de paso) en cierto modo yo también soy partícipe de esa hipocresía, si bien no regalando abrazos de hielo a diestra y siniestra, sí aceptándolos. Pero es igual, se puede vivir a pesar de eso. Miro mi celular y el pobre está muerto, y qué terror lo que eso significa: no soy nada popular, a casi nadie le importo, muy pocas personas me estiman. Minutos después me llega un mensaje de texto, es de un amigo y otra vez lo mismo: “que te la pases bien con tu familia y la gente que te estima…”. No me agrada esa frase, y ya creo saber por qué; al decirla, pareciera que la persona se está excluyendo de ser de “las personas que te estiman”. Es algo como: “Pásatela bien con la gente que te quiere, porque claro que yo no soy de esas personas, yo no te quiero; así que pásatela bien con los que te sí quieren, si es que existe alguien que te quiera, claro…”. Maldición de frase, ¿a quién se le habrá ocurrido?


03 de Febrero de 2010, 10:15 a.m. Me llega otro mensaje de texto, es de uno de los Amores que me felicitó por el Messenger por adelantado. Todo sigue igual, y en el trabajo ya me preguntaron que a dónde voy a querer que me lleven a desayunar. Sigo sin sentir nada, incluso, ya desaparece la sensación de estar inquieto por mi “examen social” de este año, ya no me importa. Más de 40 minutos y muchos abrazos después, me llega otro mensaje de texto, esta vez es de mi hermano, el que sigue de mí. Y algo sucede, aparece en mi rostro una sonrisa involuntaria. De repente me siento muy feliz, me siento querido y las lágrimas acuden a “rasar” mis ojos, pero no salen de las cuencas. Por primera vez en el día, siento que este es mi día, y que merezco sentirme muy bien, al menos hoy. Ahora entiendo la importancia de la familia, e incluso ya no me molesta la frasecilla “con las personas que te estiman…”, ya ahora la entiendo y la justifico. Sin las personas a las que de verdad les importamos, la vida es... .


03 de Febrero de 2010, 05:19 p.m. Llego a mi casa del trabajo e inmediatamente mi madre me sale al encuentro para felicitarme por mi cumpleaños, mis dos hermanas también. Y Dios, qué alegría. Me siento pleno y con muchos ánimos. Me espera otro examen final en la escuela y, de algún modo, sé que me irá de maravilla. Trato de mantenerme humilde pero no lo consigo, me descubro siendo el Rey de mi propio país y me regodeo en ese sentimiento. Estoy feliz, esa es la actitud, la palabra. Ni los muchos SMS, ni los muchos abrazos ajenos pueden llenarme a tal el corazón, pero sí que me hinchan el orgullo. Ahora, gracias a lo feliz que me siento, estoy recordando en otros años, lo feliz que me sentía también en mi cumpleaños, porque no estaba tan solo, había alguien más dentro de mí. Ni siquiera recuerdo si había más personas que me felicitaran o que se acordaran de mí en este día, la verdad es que nunca importaba. En esos tiempos, era mi cumpleaños y yo sabía que alguien pensaba en mí a fuego, y estaba seguro de que la vería, en algún momento de mi día, y que sería, como siempre, fantástico. Yo en realidad la Amaba. Ella me amaba a mí. Se añora, pero no se sufre ese pasado.


Veinticuatro. El número me suena alto. Y no propiamente haciendo un recuento, pero sí sopesando mi vida, me doy cuenta de que no he estado corto de velas al aparejo de los vientos que han soplado en todo este tiempo. Me siento completo, digno de gloria (¡Alguien debería escribir mi biografía!). He vivido muchísimas cosas y muy buenas, a pesar de muy malas que en realidad fueran. Amo mucho, jamás demasiado (no existen “demasiados”, si la palabra que procede es Amor). ¿De qué se compone la vida?, de instantes, de sentir; de instantes sentidos; de sentir los instantes. Veinticuatro años, con cargas exageradas de hilaridad, aún a veces forzada. Millones de litros de lágrimas, liberadoras de espíritu. Toneladas de odio a todos, a Dios, a mí…, de coraje, de rencor, de horror. Manos empuñadas, gritos a todo pulmón, gritos ahogados. Patadas, golpes, empellones, cachetadas. Sudor, sangre. Tierra en los pies, en la garganta; aire puro y contaminado, arena, agua, fuego encendido en mis pupilas, hojas secas o verdes…bendito concreto, endemoniado concreto. Dolor a reventar, a desfallecer. Ánimos hasta matar. Besos tiernos, furibundos; besos robados, prohibidos...más prohibidos. Caricias a conciencia, caricias al alma, a miles de cuerpos. Intimidad sin límite, gemidos involuntarios. Furia, euforia. Lluvia, sombras, noche, obscuridad, sol, nubes. Impotencia, rabia como vocación, venganza. Carreteras, senderos, montañas, ríos, bosques, desiertos, playas…nada. Vergüenza, miedo, indignación, irrespeto. Veinticuatro. Morbo, excitación, placer, lujuria. Enfermedad, salud, locura, locura, locura…por todo espacio, por todo tiempo; veinticuatro. Amor a primera vista, Amor frustrado, Amor forzado, Amor eterno…herida por donde terminará minándose, gota a gota, toda mi vida. Veinticuatro, y contando…


-Fernando Vidrio; Febrero de 2010-

domingo, 7 de febrero de 2010

Deja



Deja que las lágrimas corran, que yo las voy a secar,

deja que la tristeza aflore, que yo la voy a cortar,

no pelees al dolor, está ahí por una razón,

pero yo haré que lo olvides, si dejas que tome entre mis manos,

a tu hermoso corazón…



-Fernando Vidrio; Febrero de 2010-

martes, 2 de febrero de 2010

Auto-diálogo, con la Luna...




-¿Acaso, aquello que distingo en el lejano horizonte, débilmente intentando brillar, pero, aún así destacando de entre esta espesa niebla en la que me cuesta trabajo hasta el monótono ejercicio de respirar, es la Luna?

-...sí, es la Luna.

-¿Y qué intenta decirme presentándoseme así, en tan hermoso cuadro, como solo ella puede aparecer?

-Supongo que se mofa, se mofa de mi triste condición humana. Debe parecerle muy divertido mirarme, desde su púlpito de Gran Dama, siendo incapaz de ser feliz. Casi puedo mirar que se ríe, se ríe de mi necedad de caminar siempre sobre concreto y aún así querer sentirme un fruto de la tierra.

-¿Cómo, semejante astro, siendo poseedor de tan magnífica belleza, puede ser capaz de hacer burla de este ser?

-¡Luna, que mi vida está íntimamente ligada a tus rondas nocturnas! Me doy cuenta de mi desdicha, ¡no te engañes al observar mi conducta! Sé que es errado mi modo de vivir, de intentar...

-¿Crees acaso que pude acallar esta voz interna, que me habla de verdadera libertad; de Amor; de la importancia del "Ser Humano"?

-Debo decir que fue inútil toda tentativa a lograrlo. Pero es que la Naturaleza, ¡sí, la misma Naturaleza que de tan sublime hermosura te conformó!, fecundó en mi el gregarismo. Y me declaro incompleto e infeliz sin estar rodeado de mis iguales. Y si esta tristísima forma de sociedad exige unanimidad en modos de sentir y pensar, tendré que verme forzado a camuflarme entre los demás. Y aprender a callar lo que siento y pienso en realidad. ¡Qué soledad de espíritu me acaece!

-¿Crees, Luna, que me satisface el sentirme ajeno casi en cualquier lugar que estoy con otras gentes? ¿A qué se debe que una persona, de mi edad y condiciones, se sienta bien consigo misma casi únicamente cuando se encuentra sola?

-Y luego, volver a ser víctima de la necesidad de estar con mis semejantes. ¡Ahí tienes una gran paradoja!

-¿Aún te parece sensato reírte así de esta alma atormentada?

-Pero, qué sabrás tú Luna, si cumples con tu trabajo automáticamente. Y crees que, solo por tu tremenda hermosura, tienes derecha a burlarte de mí...al parecer no sabes que eres hermosa porque así naciste ya, y eso, Amada Luna, no tiene mérito en la vida mía. Ríe pues todo lo que se te venga en gana, al fin que tu ignoras lo que es ser un corazón tan sensible, latiendo en un cuerpo tan rígido...


-Fernando Vidrio; Diciembre de 2009-