Amo tu alegría infantil,
la claridad de tu alma,
Amo ese instante,
Amo la casa de tu familia,
Amo la calidad de
Amo eso que te enfada,
Amo tus “Hola!”,
Amo la vida a raudales
morir en mis dedos
Pero no creo que haya nunca,
…porque no hay en el mundo,
tu corazón de oro.
Amo ese instante,
en que mi alma reposa
en paz en tu regazo.
Amo la casa de tu familia,
que has sabido hacer
mi propia casa.
Amo la calidad de
lo que me dices, y
cómo me hace vibrar.
Amo eso que te enfada,
lo que te angustia,
aquello que te asombra
…por tu mera reacción.
Amo tus “Hola!”,
tus “bieeen”; tus “no bueeno”,
tus “byeee”.
Amo la vida a raudales
de tus grandes lágrimas,
para un segundo después
morir en mi hombro…
morir en mis dedos
…con tanto silencio.
Pero no creo que haya nunca,
algo que ame más que
tu dulcísima mirada,
tu risa cristalina,
y ese “Fer, te quiero mucho..!”
…porque no hay en el mundo,
un sonido más bello,
que el sonido de tu voz.
-Fernando Vidrio; Agosto de 2010-